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 El Asesinato y su Castigo en el Corán y en la Torá

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marwa

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MensajeTema: El Asesinato y su Castigo en el Corán y en la Torá   El Asesinato y su Castigo en el Corán y en la Torá EmptyVie Abr 30, 2010 5:16 pm

El Asesinato y su Castigo en el Corán y en la Torá


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La vida es uno de los valores más importantes para Dios, ya que es Su suprema bendición y el culmen de la existencia. La vida es el origen y la esencia de todo. La vida convierte en dueño de casi todo a todo al que se asocia.

El Asesinato y su Castigo en el Corán y en la Torá

La vida es uno de los valores más importantes para Dios, ya que es Su suprema bendición y el culmen de la existencia. La vida es el origen y la esencia de todo. La vida convierte en dueño de casi todo a todo al que se asocia. Cualquier ser vivo puede decir «todo lo que existe es mi propiedad; el mundo es mi hogar; el universo es un regalo que me ha sido concedido por mi Señor». Es la vida lo que nos conecta con todo, lo que nos permite beneficiarnos de todo.

Es más, la vida ”fruto de la existencia” es la encrucijada de la existencia. Desde la perspectiva por la cual la vida es el centro o el objetivo hacia donde todo se dirige, la vida es la prueba más brillante de la unidad de Dios Todopoderoso, la más sutil demostración de Su misericordia y el ejemplo más complejo de Su arte. En definitiva, si no existiese la vida, la existencia perdería su significado y no se podría distinguir de la no existencia.

Es debido a la importancia de la vida ”en especial la humana, la más perfecta” y a su naturaleza cualitativa y no cuantitativa, por lo que la vida de una sola persona representa las vidas de todas. Por ello, en el Corán, la vida de una persona equivale a la vida de todos los seres humanos. Por lo tanto, asesinar a una persona es como asesinar a todos los seres humanos, y salvar a una persona es como salvar a todos los seres humanos (5:32). En el contexto de esta valoración, consta en el Corán que se trataba también de una orden dada a los israelitas, o sea, que dicho principio también existía en la Torá.

El asesinato se contempla como un pecado capital tanto en el Corán como en la Torá. Esta prohibición es uno de los veredictos más consistentes existentes en todas las religiones monoteístas. Si la persona que quita una vida obra en desacato de la ley, y si el acto es intencionado y resulta en homicidio, la pena para el que lo comete es la muerte, tanto en el Corán como en la Torá (Al-Baqara 2:178-179; Éxodo 21:12; Levítico 24:17-18).[1]

Esta acción, prohibida por el imperativo no matarás de la Torá (Éxodo 20:13), es también el sexto de los diez mandamientos. Esta regla protege el derecho a la vida del ser humano y enfatiza la inviolabilidad de la vida humana. En el judaísmo «matar» (qatl) se define como «acabar con la vida de otro»[2]. Los juristas musulmanes han definido el verbo qatl como «el acto que provoca que el alma abandone el cuerpo».[3]

El asesinato en la Torá y el establecimiento del crimen

El mandamiento no matarás, según consta en el Éxodo 20:13, deriva de la raíz hebrea «r-ts-h». Esta palabra, según la explica Rashbam y Bekhor Shor, solo puede ser utilizada en «un acto en el que se mata injustamente». Por lo tanto, no se utiliza para describir muertes producidas por la ejecución de una pena o muertes fruto de la guerra. Tampoco se usa cuando el sujeto del verbo (el que realiza el acto de matar) es Dios o uno de Sus ángeles. Esta prohibición está justificada en el Génesis 9:6 con las palabras «si alguien derrama sangre, su sangre ha de ser derramada por otra persona, ya que Dios creó a la humanidad de Su propio espíritu». Eso significa que la vida, creada del espíritu de Dios, es totalmente sagrada, y el derecho a quitarla y a darla sólo le pertenece a Dios. Por consiguiente, quien quite una vida usurpa dicho derecho sagrado mediante dicho horroroso acto, violando así la soberanía divina. Al ser los humanos creados como seres sagrados, el asesino denigra la gloria divina. Por ello no les compete a los seres humanos perdonar al asesino o abrogar la pena de muerte para reempezarla por compensaciones monetarias, según se explica en Números 35:31.[4]

Mientras la Torá declara que los que estén acusados por asesinato sean sentenciados a la pena de muerte, la Ley Verbal (el Talmud) establece ciertas regulaciones respecto a la naturaleza de dicho crimen. Según el Talmud, antes de cometer el crimen, el asesino ha de ser advertido por dos testigos oculares de que lo que va a ejecutar está prohibido y de que será castigado con la pena de muerte. El asesino ha de declarar que los testigos eran conscientes de los hechos. Además, los testigos han de presenciar el asesinato. A pesar de todo el peso de la evidencia, ello no es suficiente para establecer que el crimen haya sido cometido. El caso ha de ser expuesto ante un tribunal religioso compuesto por 23 jueces. Mientras la mayoría simple con el margen de un solo voto es suficiente para la absolución, para que se emita veredicto de culpabilidad, la mayoría ha de ser por dos votos. Sin embargo, aunque los jueces declaren culpable al criminal por unanimidad, el castigo será de difícil ejecución. R. Akiva y R. Tarfon recuerdan que fueron miembros de un tribunal que contemplaba dichos crímenes y que nunca se llegó a sentenciar a nadie a muerte. A pesar de que los tribunales no solían sentenciar a pena de muerte, los que eran declarados culpables eran sentenciados a muchos años de prisión[5]. Hoy por hoy, en el estado moderno de Israel no existe la pena de muerte por asesinato.[6]

El asesinato y su castigo en la Torá

Respecto al crimen y a su castigo, la Torá, al igual que el Corán, traza una diferencia tomando en consideración si el crimen ha sido voluntario o involuntario. Según la Torá, el castigo por quitar la vida voluntariamente es la pena de muerte (Éxodo 21:12, 14, 23-25; Levítico 24:17-18; Números 35:16-21; Deuteronomio 19:11, 21). Hay destacados estudioso de la Torá que han proporcionado información detallada acerca de los comentarios de los versículos referidos a esta ley penal. Según el famoso comentarista Maimónides, quien mata intencionadamente a un hombre está violando uno de los «Diez Mandamientos» (Éxodo 20:13; 21:20) y debe ser condenado a muerte. Si el asesino comete el crimen con un objeto metálico o con fuego, la pena será de decapitación y se ejecutará con una espada.[7]

Asimismo, según otro destacado comentarista de la Torá, Hirsh, la vida es un valor en sí superior al resto de las cosas y es el fenómeno básico que conecta todo lo que hay en la tierra. La siguiente afirmación ilustra este punto:

El que hiere a alguien causándole la muerte será ejecutado irremi-siblemente. Pero si él no lo premeditó, sino que Dios permitió que cayera en sus manos, entonces yo te pondré el lugar al cual ha de huir (Éxodo 21:12-13).

Asimismo, el hombre que hiera de muerte a cualquier persona será ejecutado irremisiblemente (Levítico 24:17).

En estos versículos, parece que solo se menciona a los hombres como víctimas. Los estudiosos del Talmud dicen que el asesinato de mujeres y niños no están comprendidos dentro del ámbito de qatl. El acto de matar está asociado al acto de «golpear» si la intención del acto es matar. Es más, el «golpeo» y la «muerte» como consecuencia de dicha acción han sido aislados a fin de clarificar la intención del crimen. La pena de muerte corresponde a la intención de quitar la vida. La pena por homicidio (intencionado) está explicada en otros versículos de la Torá. A pesar de que Hirsh describe la vida como el valor más fundamental, aduce ”en el contexto de estos versículos en los que se trata el valor de la vida” que cuando se mata a mujeres y a niños, no se aplican los mencionados versículos. Esto muestra que para algunos intérpretes de la Torá la vida de un hombre adulto y la de las mujeres y los niños tienen valores diferentes.[8]

Sin embargo, el conocido comentarista Rashi (1040-1105), en su comentario a dichos versículos, sostiene que en el texto existe una diferencia entre «hombre» y «cualquier persona». Señala que si tomamos ambos versículos a la vez, es obvio que el énfasis recae (no sobre quién es el que mata, sino) sobre el modo en que golpea el que mata y la intención puesta. Rashi es de la opinión de que aunque la víctima no muera tras ser golpeada con intención de asesinarla, el autor debe ser acusado por asesinato y castigado con la pena de muerte. La sentencia de muerte estipulada en el versículo que ha de ser aplicada cuando «un hombre golpea a una persona y la mata», sólo es válida si el golpe es mortal. Según Rashi, ese versículo no hace diferencias entre si la víctima es varón, hembra o impúber. Por lo tanto, el autor será castigado con la pena de muerte independientemente de que la persona asesinada o a la que se pretendía asesinar sea hombre, mujer o niño[9]. Los otros versículos de la Torá referentes al homicidio intencionado y a sus penas legales, con los correspondientes comentarios de los juristas judíos, son los siguientes:

Pero si alguno se acalora contra su prójimo y lo mata con alevosía, le quitarás de mi altar para que muera (Éxodo 21:14).

Rashi aclara algunas de las ambigüedades de este versículo. Según él, no se considera como homicidio intencionado lo siguiente: matar a un infiel; la muerte de un paciente bajo el tratamiento de un doctor; la muerte de un acusado durante la aplicación de la «sentencia de 40 latigazos» a manos de los funcionarios del tribunal; la muerte de un niño al ser castigado por su padre; la muerte de un alumno al ser disciplinado por su maestro; la muerte de una persona causada por una piedra arrojada para matar a otra. Todas estas muertes son diferentes a las muertes provocadas intencionadamente con malicia y traición. Los que maten a un hombre usando la astucia serán matados; aunque el asesino sea un rabino en su sinagoga, éste será separado del altar de Dios y ejecutado.

Según otros comentaristas, la palabra «un hombre» de los versículos 24:17-18 de Levítico, se refiere a cualquier persona, incluidas las mujeres y los niños. El uso de la expresión «alma por alma» al fina del versículo para incluir a los animales se interpreta como siendo el valor monetario del animal matado con el que se habrá que compensar al dueño[10]. Del mismo modo, se deduce del la cláusula «quien mate a una persona, el castigo para quien lo cometa será la pena de muerte», que el veredicto se sigue aplicando en los casos en que el asesino sea una mujer o un niño[11].

El que mate a un animal lo restituirá, pero el que mate a un hombre morirá. Habrá una misma ley para vosotros, tanto para el extranjero como para el natural; porque yo soy el Señor vuestro Dios (Levítico 24:21-22).

Lo anterior muestra la diferencia entre seres humanos y animales en la Torá. La ley de la Torá contempla a los humanos como «personas» y a los animales como «bienes». Por consiguiente, la pena de muerte se aplica en un crimen cometido contra seres humanos. Al final del versículo, se recalca la igualdad que todo el mundo tiene respecto al derecho a la vida, tanto extranjero como vecino[12].

La expresión el que mate a un animal en el anterior versículo se refiere al hecho de infligir un daño mortal que resulte en la muerte del animal[13]. Del mismo modo, el que hiera de muerte a un ser humano causándole la muerte será sentenciado a la misma pena. Sin embargo, en el caso del daño ocasionado a los padres de uno, el daño será considerado como si se hubiese ocasionado la muerte. Aunque un progenitor no muera por las heridas producidas en el momento de la agresión, el hijo que le haya herido será sentenciado a muerte[14].

Si le hiere con un instrumento de hierro, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente. Si le hiere con una piedra en la mano, con la cual pueda causarle la muerte, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente. Si le hiere con instrumento de madera en la mano, con el cual pueda causarle la muerte, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente. El vengador de la sangre matará al asesino; cuando le encuentre, le matará. Si por odio le empuja o arroja algo contra él intencionadamente, y él muere; o si por hostilidad le hiere con su mano, y él muere, el que le ha herido morirá irremisiblemente. Es un asesino. El vengador de la sangre matará al asesino cuando lo encuentre (Números 35:16-21).

Estos versículos tratan el asesinato y los criterios empleados para establecer el delito. Por ejemplo, la información general proporcionada sobre el asesinato y los instrumentos utilizados, la evidencia y las condiciones son el tema de este versículo. El versículo proporciona la base para los procesos judiciales; sobre todo en Números 35:16, donde se menciona el tamaño del arma, el material de la que está echa, sus características, la fuerza con la que el asesino la usa, la condición física de la víctima y las heridas infligidas[15]. En ese versículo, el castigo por el asesinato intencionado de una persona está enfatizado mediante la expresión «porque es un asesinó y será ejecutado»[16]. Se da prioridad al metal (usado como arma), ya que muchas veces una pequeña pieza de metal puede causar más daño que una gran pieza de madera. Y si la herida es mortal, el asaltante será condenado a muerte[17]. La prioridad se concede aquí a lo mortífera que es el arma y a la intención de quien la blande.

El tema en Números 35:17-19 es la piedra y la madera, que no causan heridas mortales cuando son blandidas en condiciones normales y medidas usuales, pero que pueden infligir heridas mortales si son grandes[18]. Al final del versículo se cita un arma hecha de piedra o madera para golpear o matar. En los dos versículos, se hace hincapié en que el instrumento o arma usada para matar a un hombre sea de una medida capaz de matar. La pena para aquellos que usen dicho instrumento o arma con propósito de matar es sin lugar a dudas la muerte. Aunque el asesino se refugie en un santuario, como una sinagoga, no podrá escapar a la ejecución, ya que los familiares inmediatos de la víctima tendrán derecho a matarle allá donde le encuentren[19].

Según los versículos de la Torá aquí mencionados, si se declara culpable al autor de un crimen, estando presentes los familiares de la víctima en el tribunal, éste les entregará al criminal. Si el tribunal se niega a entregar al acusado a los familiares tras haber sido emitida la sentencia, o el acusado escapa, los familiares de la víctima seguirán detentando el derecho a ejecutar a criminal allá donde le encuentren[20]. En resumen, la Torá reconoce el derecho de un individuo a llevar a cabo una ejecución.

Otra expresión que define la intención del asesino por la cual se hace merecedor de la pena capital es si por odio le empuja, la cual figura en el versículo 35:20 de Números. Según el comentarista de la Torá Chumash, la expresión si le empuja significa «empujarle desde una altura para que caiga»[21]. Al usar un arma o un instrumento para matar a una persona, las intenciones son claras, por ello dichos actos se mencionan con prioridad en los versículos 16-18 de Números. Luego se citan otros actos susceptibles de causar la muerte. De hecho, sea cual sea el método que se emplee, si la intención es la misma, la pena también lo será. El versículo No aceptaréis rescate por la vida del asesino que está condenado a muerte; será ejecutado irremisiblemente (Números 35:31) garantiza que el castigo por el «homicidio intencionado» es la pena de muerte, sin que haya alternativa posible. En base a este versículo, cualquier alternativa, tal y como el pago de una compensación, queda eliminada[22].

El veredicto conocido comúnmente como qisas (Ley del Talión) existe también en la Torá:

Pero si ocurre un daño mayor, entonces pagará vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe (Éxodo 21:23-25).

Tu ojo no le tendrá lástima. Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie (Deuteronomio 19:21).

Rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente. Según la lesión que haya hecho a otro, así se le hará a él (Levítico 24:20).

La cuestión del qatl en el Corán

Hay muchos versículos en el Corán que prohíben matar. Dios todopoderoso ordena (respecto a este asunto) en el capítulo al-Isra:

No matéis a nadie que Dios haya prohibido, sino con justo motivo. Si se mata a alguien sin razón, damos autoridad a su pariente próximo (para que exija el qisas o perdone), pero que éste no se exceda en la venganza. Se le auxiliará (por medio de la ley) (17:33).

En otro versículo, el Corán declara que matar sin que sea por una causa justa es considerado como un crimen contra toda la humanidad:

¼quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, será como si hubiera matado a toda la Humanidad (5:32)[23].

Hay también versículos en que se dice que los crímenes no quedarán sin castigo y que los autores serán castigados convenientemente (2:178-179; 5:45).

En el Islam matar a una persona de modo ilegal es considerado un crimen y uno de los pecados más graves. Este crimen está incluido entre los siete pecados capitales mencionados por el Profeta, los cuales condenan a sus autores a sufrir castigo en esta vida y en la próxima. Es decir, que exigen el qisas en esta vida y el castigo eterno en el infierno en la próxima[24]. El quitarle la vida a una persona es una violación contra los siervos de Dios, que son sagrados, y contra la vida misma. Es una amenaza contra la seguridad pública y contra la sociedad.

La palabra qatl significa «matar a alguien, arrebatarle la vida a un ser vivo». Se define como «la acción que hace que el alma abandone el cuerpo»[25]. Los que matan a un ser vivo hacen que su alma abandone su cuerpo, y son asesinos, y el que muere es denominado víctima[26]. Según el Islam, quitar la vida de alguien de modo injustificado es una de las mayores ofensas después del shirk (atribuir asociados a Dios)[27]. Dios es el que da la vida, por lo tanto, no se puede quitar la vida sin Su permiso o sin considerar las leyes que Él ha establecido. Toda persona es sagrada, inviolable y protegida excepto cuando la pena de muerte es merecida y ello ha sido establecido por una autoridad legal. Toda castigo que haya sido sentenciado sólo puede ejecutarlo la institución legal designada. Incluso la pena de muerte que permite quitarle la vida a una persona, está sujeta a ciertas normas. El Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, declaró que al musulmán que testifica que no hay más deidad que Dios y que Muhammad es Su mensajero, sólo puede ser matado en las siguientes tres situaciones y con excepciones: como castigo por una vida arrebatada; como castigo por cometer adulterio; o como castigo por haber apostatado y no haberse arrepentido tras un cierto período de tiempo, lo cual es un castigo por haber violado el anterior contrato[28].

Existen muchos hadices que se refieren a este asunto, entre los cuales, figura el siguiente: «Matar a un musulmán injustamente es una ofensa tan grande como matar al mundo entero»[29]. «Si todos los habitantes de los cielos y de la tierra se juntasen para matar a un musulmán, Dios les arrojaría al fuego del infierno haciéndoles mezquinos y despreciables»[30]. «No hay duda alguna que tu sangre y tus bienes son inviolables para ti»[31].

En otro hadiz el Profeta advierte contra las «siete cosas destructivas», entre las que figuran «el quitar la vida, que Dios ha hecho sagrada, excepto por una causa justa»[32]. Otro hadiz advierte que «los que matan a un no musulmán que ha hecho un pacto con los musulmanes o a un no musulmán que acepta la autoridad islámica nunca se podrán acercar al paraíso».[33]

Los eruditos musulmanes han clasificado los distintos modos de matar que hay. Según la escuela hanafi existen cinco categorías: homicidio intencionado, homicidio casi intencionado, homicidio accidental, homicidio casi accidental y homicidio a través de terceros[34]. Según la gran mayoría de juristas (denominados yumhur) ”incluidos los de la escuela janbali y la shafii” el número de categorías son tres; y según los de la escuela malikí, son dos. Aquí seguiremos la clasificación terciaria, a saber: la de homicidio intencionado, homicidio casi intencionado y homicidio accidental.

El asesinato y su castigo en el Corán

Tras establecer que el quitar la vida es una ofensa prohibida por la religión, el Corán establece la pena del talión, siempre y cuando los herederos de la víctima no estén satisfechos con una indemnización en esta vida. Se aconseja perdonar la aplicación del talión por caridad (2:178; 5:45), pero se castigará en la próxima vida con el fuego del infierno si Dios no lo perdona (4:93; 39:53). De hecho, para los que creen, el castigo en el más allá es la verdadera pena, la más dura y la mayor. Es ser condenado a un castigo en la eternidad por haberle arrebatado la vida a alguien en un castigo cuyo horror hace que el creyente tiemble de miedo y evita que se atreva siquiera a pensar en dicho acto. Desde esta perspectiva, los castigos de la próxima vida constituyen una fuerte sanción ética. Por eso, Dios Todopoderoso ordena lo siguiente:

Y quien mate a un creyente premeditadamente, tendrá el Infierno como retribución, eternamente. Dios se irritará con él, le maldecirá y le preparará un castigo terrible (4:93).

No existe en el Corán ofensa cuya amenaza sea mayor.

El versículo del Corán más exhausto respecto a la ley sobre el homicidio y su castigo figura en el capítulo de Al-Baqara y es el siguiente:

¡Creyentes! Se os ha prescrito la ley del talión en casos de homicidio: libre por libre, esclavo por esclavo, hembra por hembra. Pero, si a alguien le rebaja su hermano la pena, que la demanda sea conforme al uso y la indemnización apropiada (y la aplicación del talión quedará anulada). Esto es un alivio por parte de vuestro Señor, una misericordia. Quien, después de esto, viole la ley, tendrá un castigo doloroso (2:178).

Este versículo estipula que el talión o qisas es un requisito que únicamente puede evitarse si uno de los herederos de la víctima lo perdona, lo cual es considerado como la mejor opción. Se puede acordar cierta cantidad en vez de optar por el talión. Este versículo declara la igualdad de todos respecto al «derecho a la vida»; modifica la ley judaica en la que el perdón no se acepta y la ley cristiana en la que el talión no se aplica; acentúa la prioridad de la indemnización sobre el talión; y pone fin a la tradición árabe que permitía quitar la vida por cuestiones de honor, violando los derechos humanos e ignorando la igualdad en el derecho a la vida[35]. Según los juristas musulmanes, en el texto original de la Torá, no existía el perdón y la indemnización, tan sólo existía la pena de muerte[36]. De hecho. El Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, dijo: «Para los Hijos de Israel no había indemnización, sólo había talión»[37]. Este hadiz está apoyado por el siguiente versículo de la Torá actual:

No aceptaréis rescate por la vida del asesino que está condenado a muerte; morirá irremisiblemente (Números 35:31).

Según la Torá, no se puede escapar de la pena de muerte pagando una indemnización[38].

Perdón e indemnización

El código legal del Islam permite que se aplique la ley del talión cuando se comete una injusticia contra alguien. La justicia exige que se de mutualidad en la protección de los valores inviolables (Al-Baqara 2:94). Sin embargo, no se exige que se castigue con lo mismo cuando ocurra una injusticia. En muchos versículos del Corán, se anima a la gente a que perdonen las injusticias que sufren, por ser ese al comportamiento más virtuoso. Por ejemplo:

No os olvidéis de mostraros generosos unos con otros. Dios ve bien lo que hacéis (2:237).

No es igual obrar bien y obrar mal. ¡Repele (el mal) con lo que sea mejor! (41:34).

Una mala acción será retribuida con una pena igual, pero quien perdone y se reconcilie recibirá su recompensa de Dios. Él no ama a los impíos (42:40).

Quien es paciente y perdona, eso sí que es dar muestras de resolución (42:43).

El Islam advierte también que cuando se ejecute el talión como castigo, no se han de sobrepasar los límites (17:33).

Aquí se ha de señalar que las personas han de ser alentadas a perdonar las injusticias que hayan sufrido. Sin embargo, las personas no tienen autoridad para perdonar las infracciones realizadas contra la sociedad, los valores sagrados o los valores que Dios ha establecido. La sociedad o el gobierno no pueden perdonar una agresión en nombre de la víctima, ni tampoco puede la persona perdonar en nombre de la sociedad. El Corán también advierte a la sociedad respecto a la ejecución de las penas y advierte que se mantengan los límites de la piedad:

Si alguien os agrediera (a vosotros o a vuestros valores), agredidle en la medida que os agredió (sin excederos). Temed a Dios y sabed que Él está con los que Le temen (2:194).

El Corán señala un asunto importante respecto a la pena infligida a un asesino y que no lo menciona la Torá: el derecho de preferencia y al perdón concedido a los herederos de la víctima, tal y como consta en el siguiente versículo: Pero, si a alguien le rebaja su hermano la pena (anulándose así la aplicación del talión), que la demanda sea conforme al uso y la indemnización apropiada. Esto es un alivio por parte de vuestro Señor, una misericordia (2:178). Hay un consuelo para el asesino, ya que se puede perdonar el castigo. También hay consuelo para la familia de la víctima, ya que la aceptación de una indemnización es posible. Esas tres opciones ”talión, perdón y compensación” son un consuelo y una misericordia conferida a la sociedad musulmana por Dios[39]. Este favor es un regalo que exige la gratitud de los musulmanes. Es un remedio legal concedido a los musulmanes para permitir que la gente viva sus vidas y se reconcilien, sin tener que quitar vida alguna[40]. El Profeta aclaró este asunto diciendo lo siguiente:

Para quien es asesinado, aun injustamente, sus herederos pueden elegir entre tres opciones: talión, perdón o indemnización. Si eligen un cuarta opción paradles las manos (contenedles)[41].

Si la familia del asesino ofrece a la de la víctima una cierta cantidad de dinero o de bienes, el talión se anula inmediatamente ante las actuaciones judiciales, siempre y cuando ambas partes lo hubiesen acordado de antemano. Ambas partes habrán de atenerse a las condiciones prescritas en la tradición. La familia de la víctima deberá de mostrar misericordia y perdón; y el homicida deberá pagar a la otra parte la cantidad tradicionalmente aceptada como indemnización[42]. Si el homicida es perdonado sin estipular ninguna cantidad en concepto de indemnización, la familia de la víctima tendrá que atenerse a ese favor y no deberá exigir nada en lo sucesivo[43]. Como el talión parcial no es posible, el perdón ha de ser absoluto, aunque en realidad sea parcial[44]. Igualmente, si un anciano de la familia de la víctima perdona al homicida, se considerará como si toda la familia le hubiese perdonado de modo absoluto.

Privación de los derechos de nacimiento y de herencia

Además de las mencionadas leyes islámicas, existe otra ley en la sunna del Profeta que prohíbe que el asesino sea heredero de la víctima. Está ampliamente reconocido por los juristas que el asesinato constituye un impedimento respecto a la herencia y a los derechos de nacimiento. Se narra que el Profeta dijo al respecto: «No se hace testamento para el asesino»[45]. En otra narración, dijo: «El asesino no puede recibir nada como herencia»[46]. Por lo tanto, si un heredero o alguien que tiene derechos en el testamento mata al predecesor, quedará privado de su herencia y será excluido del testamento. Los juristas hanafíes estipulan que el crimen ha de ser cometido por el homicida (mubasharat) directamente, no de modo indirecto e involuntario (tasabbub). En el caso de mubasharat, no influye el hecho de que el homicidio sea intencionado o por accidente.

Adil í–ksüz - Doctorado en Derecho Islamico,
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