marwa
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 | Tema: Las virtudes de aprender el Corán  Vie Abr 30, 2010 5:43 pm | |
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«El más virtuoso entre vosotros es aquél que enseña y aprende el Corán».
El primer paso en la comprensión y discusión del Corán es aprender a leerlo. Aprender a leer el Corán solía ser el primer estadio hacia el aprendizaje de todas las ciencias. Los niños, en el pasado, solían aprender a leer con la lectura del Corán: aquellos que estudiaban ciencias comenzaban sus vidas educativas memorizando versículos coránicos. La educación en el Corán era contemplada como la llave hacia el conocimiento y, de este modo, era fomentada. El Profeta nos habla acerca del afecto que Dios siente hacia los que leen el Corán. «En verdad, Dios tiene amigos entre los humanos». Ellos (los Compañeros) preguntaron: «¡Oh Mensajero de Dios! ¿Quiénes son?» Él contestó: «Los poseedores del Corán; ellos son aquellos a los que Dios ama y Sus amigos más cercanos». (Ibn Maya, Muqaddima, 16). El acto de leer el Corán eleva la categoría de una persona a los ojos de Dios. Dirigirse a Dios en persona mediante la lectura de Su Palabra es la suprema oración, que puede acercar al hombre hacia Él.
El Islam anima a los fieles a adquirir conocimiento. El mejor tipo de conocimiento es el que se adquiere al conocer a Dios y obedecerle con amor. Esto tan sólo se logra al leer la palabra de Dios y dirigirse a Él, lo que lleva a que los creyentes Le conozcan e incrementen de forma continúa su amor hacia Él. Mientras no haya nada dentro de nosotros que atestigüe la Verdad, cualquier nuevo conocimiento adquirido no aumentará nuestra capacidad, sino que, en lugar de ello, incrementará nuestra ignorancia. Memorizar y aprender los significados de las suras que nos hablan acerca de los principios básicos del Corán servirá para iluminar nuestra conciencia; se convertirán en la luz de nuestros corazones y mentes. De este modo, se impedirá la destrucción de nuestro mundo interior. El Profeta menciona esta realidad con una analogía: «Cualquiera que no tiene nada del Corán dentro de él es como una casa vacía y en ruinas». (Tirmidi, Fadail al-Quran, 18). En este hadiz se dice que el estado de una persona que no conoce el Corán es como el de una casa vacía, en la que no vive nadie. Del mismo modo que una casa en ruinas no tiene ningún valor para los humanos, y del mismo modo que ella se deteriora cada día más, una persona que no lee el Corán no puede servir de ayuda, ya sea a sí misma o a los demás. Mientras esta ignorancia persista, el vacío interior se irá profundizando y sus problemas continuarán.
A diferencia de otras buenas acciones, la recompensa prometida por leer el Corán es diez veces mayor que el número de letras que se lean, no de suras o palabras. En comparación con otras oraciones, la lectura del Corán es una oración que hace a la persona ganar las mayores recompensas en el tiempo más corto. La recompensa por leer el Corán viene descrita en el siguiente hadiz: «Debéis estudiar el Corán. Diez sawabs (recompensas) os serán otorgadas por cada letra que leáis en el Corán». (Tirmidhi, Fada'il al-Qur’an, 16). Además, se dice en algunos hadices que la lectura de algunas suras tiene una recompensa aún mayor. Algunos hadices declaran, por ejemplo, que leer la Sura Ijlas equivale a leer un tercio del Corán. Refiriéndose a esta sura, el Profeta dice: «Juro por Dios que es igual que leer un tercio del Corán». (Bujari, Fadail al-Quran, 13). Una espiga de maíz crece de un grano de maíz. Con esa espiga de maíz es posible producir un campo de maíz. En ese campo puede haber centenares de tallos; de cada tallo, pueden sacarse centenares de espigas; de cada espiga pueden sacarse centenares de granos. Del mismo modo, podemos decir que leer cada letra de la Sura Ijlas tendrá la misma recompensa que si fueran leídas 1.500 letras (de otras partes del Corán).
El acto de enseñar el Corán es una virtud tan grande como aprenderlo. Además, ya que la enseñanza es el primer paso, los profesores de Corán comparten la recompensa que los estudiantes adquieren. Por esta razón, desde los tiempos del Profeta, las voces de los profesores y estudiantes han llenado las mezquitas como el ruido de las abejas en una colmena. Algunos de los Compañeros dedicaron sus vidas íntegramente a enseñar el Corán. Sabios que se dedicaron únicamente a enseñar el Corán sucedieron a los Compañeros del Profeta e hicieron un gran esfuerzo para difundir el Corán en todas los estratos de la sociedad; ellos convirtieron las mezquitas en escuelas. El Profeta habla acerca de la virtud de enseñar el Corán: «El más virtuoso entre vosotros es el que enseña y aprende el Corán». (Bujari, Fadail al-Quran, 21). Este hadiz enfatiza que existe un nivel similar de virtud entre los que enseñan y los que aprenden el Corán. De este modo, una forma de realizar buenas acciones, y de combinar los actos de aprendizaje y enseñanza es comprender el Corán y recitárselo a otros.
Del mismo modo que el aprendizaje del Corán es un hecho digno de alabanza, su olvido es un hecho reprochable. La gente que ha aprendido a leer el Corán o ha memorizado una sura debe tener mucho cuidado y repetir continuamente lo que ha aprendido. De lo contrario, puede olvidar la sura que ha memorizado o peor aún, cómo se lee el Corán. Aprender el Corán es una buena acción; olvidarlo es todo lo contrario. Algunos sabios han afirmado, en este sentido, que dejar de leer el Corán durante 40 días es un grave pecado. En un hadiz se declara que no es apropiado decir «He olvidado esta sura», incluso aunque algunas suras hayan sido efectivamente olvidadas. Esto podría dar a entender que no leer el Corán significaría su abandono por su parte. De hecho, es el Corán el que abandona a la gente, y no al revés. El Profeta dijo: «¿Por qué la gente dice: “He olvidado tal o cual sura? En realidad, es Dios quien ha hecho que la persona la olvidara”». (Bujari, Fadail al-Quran, 26). De este hadiz podría entenderse que decir «He olvidado tal o cual sura» es un pecado. De este modo, uno comete el pecado en realidad, porque ha abandonado al Creador y le ha desafiado.
Otra interpretación es que lo que está condenado en este hadiz no es la declaración «He olvidado», sino la negligencia de la persona, que la ha llevado al olvido. Expresar «He olvidado» en lugar de memorizar (de nuevo) la sura no es más que una muestra de negligencia. La respuesta al abandono del Corán en el Día del Juicio Final viene recogida en el propio Corán:
Y (en ese Día) el enviado dirá: «¡Oh Sustentador mío! En verdad, (una parte de) mi pueblo ha llegado a considerar este Corán como algo (que debería ser) descartado!» (25:30).
Es necesario leer y repetir el Corán con el fin de no olvidarlo.Esta necesidad viene enfatizada en un hadiz que contiene una maravillosa analogía, y que señala que el Corán puede escapar de la mente: «Intentad mantener el Corán en vuestra mente porque éste escapa de la mente de las personas más rápido que el camello se libra de su atadura» (Bujari, Fadail al-Quran, 23). Del mismo modo que un camello no puede escapar cuando está bien atado, el Corán no será olvidado si es recitado.
Hay que señalar que el olvido del Corán no consiste simplemente en olvidar suras que se han memorizado. Cuando alguien deja de leer el Corán durante un tiempo, éste se olvida fácilmente. Así, por ejemplo, hacemos grandes esfuerzos para que nuestros hijos aprendan a leer el Corán durante el verano. Sin embargo, cuando la escuela inicia el nuevo curso y las clases comienzan, la lectura del Corán se interrumpe y el esfuerzo de tres meses queda reducido al fracaso y, de este modo, tenemos que empezar desde el principio en el siguiente verano. Todos nuestros esfuerzos se desperdician y la capacidad de lectura de los niños no mejora. Cuando éstos crecen, teinden a olvidar el resto de conocimientos en sus vacaciones de verano, y no escuchan a sus padres, sino que actúan por su cuenta. Así es cómo los niños no consiguen aprender a leer el Corán, pese a los deseos y esfuerzos de sus padres. Con el fin de sacar al Corán de la categoría de «actividad vacacional» debemos animar a nuestros hijos a que lean también el Corán durante el invierno. | |
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